Un hambre atroz
recorre el alma
de un animal
que un día encerraron en un lugar
para que nunca escapara.
El animal,
mitad humano,
su hambre sació,
devorando la juventud
que le ofreció un rey malvado.
Sabes muy bien
que es el castigo de un dios.
Algo que nunca podrá detener
la humanidad de tu ser.
Este es mi reino,
que encierra mi libertad.
Este es mi reino,
del que nunca pude escapar.
Un joven audaz
pensó en matarlo
por conquistar
el corazón de una mujer
y conseguir sus encantos.
Burló al guardián
del laberinto.
Atravesó
su frontera y su valor,
y liberó su destino.